sábado, 21 de marzo de 2015

¿AndaluDíaz? recomendado.

¿ERE que EREs?



La corrupción. Pero es mucho más. Son los mil imputados pendientes de explicar ante la Justicia qué ha pasado con una bolsa de más de 6.000 millones de euros de los que, lo único que ha quedado claro, es que no están en manos de los andaluces. Pero es mucho más, por mucho que Susana Díaz se envuelva en la bandera cada vez que se le critica. 

 Es su falta de transparencia; su costumbre de recolocar imputados; sus trabas a la juez Alaya; su desorbitada carga fiscal -el tercer IRPF más alto del mundo-; su burocracia sin fin; su total ausencia de respuesta a un paro general de casi el 35% o, por ejemplo, del 70% entre los jóvenes de 16 a 19 años; es la evidencia de que la Junta ha necesitado 27.000 millones de euros en rescates para tapar su desastre de gestión; es el hecho de que siendo una comunidad que pesa el 15% en el PIB nacional sólo convenza al 1,6% de la inversión extranjera productiva para acudir a ese territorio. Es, en resumen, todo lo que demuestra que Susana Díaz no es sino la última punta de lanza de la formación política que lleva 32 años presidiendo la Junta de Andalucía y lastrando el desarrollo de esta comunidad. 

 Y es la evidencia de que Andalucía debe abandonar ese modelo de gestión si quiere dejar de ser la eterna receptora de fondos. Porque mientras las expectativas de crecimiento nacional del PIB para 2015 se sitúan ya entre el 2,5% y el 3% dependiendo de los analistas, las de Andalucía rondan el 1,7%. Es decir, que pese a las innumerables ayudas del resto de España, su distancia frente a la riqueza y desarrollo medio nacional no deja de incrementarse.

 Cifras que deberían pesar como el plomo en el discurso y la labor de Díaz. Una presidenta que, lejos de reconocer la necesidad de dar la vuelta al modelo administrativo de la Junta, ha preferido destinar 574 millones de euros a «comunicación» desde que ella tiene el control directo de estas partidas. Y otros 40 millones en concepto de publicidad institucional. Es decir, que antes que aceptar la realidad, ha preferido, como suele ser habitual, gastarse el dinero en repetir que el rey está vestido. 

 No es Andalucía el problema. Todo lo contrario: es esa manía política tan en auge de creer que no hay otra realidad que la ideología de cada uno. De creerse la encarnación del territorio. Mañana serán los andaluces los que decidan. Veremos si quieren que Andalucía siga siendo AndaluDíaz.










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