domingo, 8 de febrero de 2015

Editorial: La derecha que vota la izquierda.....Díaz busca presentar como voto útil lo que no es más que un espejismo para salvar al PSOE; despúes pactará con Podemos..... = La Andalucía imposible, de mal en peor

  • So pretexto de frenar a Podemos, con el que pactará como hizo con IU, Díaz se presenta como el "voto útil".
  • La única Gran Coalición que alambicará el PSOE tras las autonómicas es la de todos contra el PP.


Treinta años en el poder y sus treinta mil mañas hasta articular una poderosa maquinaria, bien engrasada a través del uso discrecional de fondos públicos, que genera cuantiosos réditos electorales e ilícitos enriquecimientos personales, como instruye la juez Alaya. 


.....Por eso, la presidenta de la Junta asevera que a ella, más que los votos, le interesa el cariño de la gente, cual folklórica que se debe a su público a quien tanto quiere y tanto debe. Escenifica, sin bata de cola, la política de mimos y arrumacos que su Pigmalión Griñán, El Ufano, predicó como consejero de Salud con Borbolla, aunque su aristocratismo y nulo ángel imposibilitó lo que hace factible su heredera. En esas condiciones, Díaz echa a pelear su populismo con el de Podemos, como Kirchner puede rivalizar con el de Maduro.

Es lo que hay....





http://www.elmundo.es/andalucia/2015/02/08/54d73ab4ca4741f11f8b456e.html

La derecha que vota la izquierda..


MUCHAS ocasiones, el deseo de obtener un determinado resultado puede provocar efectos contrarios a los buscados. Así, basta proponerse no pensar en un oso blanco para que, según anotó Dostoievski, el dichoso plantígrado sea una fijación. No es menor la paradoja del votante que, por tratar de evitar una situación embarazosa, acaba precipitándola, si es que no la agrava. Acaeció en la última cita autonómica cuando votantes del PP quisieron castigar la subida de impuestos de Rajoy en las vísperas y entregó el gobierno al bipartito PSOE-IU que, entre otros estropicios, encaramó a Andalucía a la cabeza de España en presión fiscal.

Aquellos abstencionistas que se descolgaron en el corto lapso entre los comicios generales -noviembre de 2011- y los andaluces -marzo de 2012-, junto a aquellos otros que, proclamándose de derechas hasta vocearlo, votaron a la hora de la verdad al PSOE al participar -familiar o laboralmente- de la trama de intereses del «régimen andaluz», truncaron que se aprobara la asignatura pendiente de la alternancia política, cuyo obstáculo mayor estriba en la fuerza inercial del PSOE. Treinta años en el poder y sus treinta mil mañas hasta articular una poderosa maquinaria, bien engrasada a través del uso discrecional de fondos públicos, que genera cuantiosos réditos electorales e ilícitos enriquecimientos personales, como instruye la juez Alaya.

Aunque se enfrente a un mirlo blanco al carnero de la Legión, como se jactaba Guerra, hay electores que no sólo aplaudirán la capacidad del caprino para no perder el paso, e incluso su marcialidad, sino su elocuencia pareja a la cinematográfica mula Francis. Andalucía escapa a la comprensión política para adentrarse en la psicológica.

Por eso, la presidenta de la Junta asevera que a ella, más que los votos, le interesa el cariño de la gente, cual folklórica que se debe a su público a quien tanto quiere y tanto debe. Escenifica, sin bata de cola, la política de mimos y arrumacos que su Pigmalión Griñán, El Ufano, predicó como consejero de Salud con Borbolla, aunque su aristocratismo y nulo ángel imposibilitó lo que hace factible su heredera. En esas condiciones, Díaz echa a pelear su populismo con el de Podemos, como Kirchner puede rivalizar con el de Maduro.

Si aquel error de cálculo, bien por cabreo, bien por confianza, junto al concurso de una derecha hecha a votar a la izquierda en los comicios autonómicos, obró un pan como unas tortas, como se aprecia en este trienio de barbecho de PSOE e IU, esos votantes pueden retornar a las andadas. So pretexto de frenar a Podemos, con el que, según las encuestas, no le quedará otra que pactar como hizo el PSOEcon IU no hace tres años, Díaz busca presentar como voto útil lo que no es más que un espejismo para salvar al PSOE.

Esto es algo que claramente han percibido el expresidente Zapatero, padre ideológico de los indignados, y ese gran camarlengo de los enredos patrios que es José Bono, cuyo método de actuación política sigue Díaz al pie de la letra del guion. Tiene como director de escena a un discípulo del expresidente manchego, Máximo Díaz-Cano, su jefe de gabinete.

Tendiendo puentes con el chavismo que anda por aquí, predestinado a ser clave para gobernar primero Andalucía y luego Ayuntamientos y Autonomías de toda España, dado como se fagocita a IU y muerde los zancajos al PSOE, hay que inscribir la furtiva reunión que Zapatero y Bono, escoltados por el alcalde de Toledo y mandamás socialista en Castilla-La Mancha, mantuvieron con los cabecillas de Podemos, Pablo Iglesias e Iñigo Errejón. A espaldas de Pedro Sánchez, pero no de la jerarca andaluza, dado el alineamiento de Page con ésta hasta hacer de portavoz suyo en la conferencia autonómica de Valencia. Una oportuna gripe la libró de retratarse con su ahora desdeñado Sánchez al no plegarse a ser su secretario particular tras hacerlo general. No se puede decir que Díaz se alboroce cuando lo ve y chille «¡Pedro!», como Penélope Cruz al leer el nombre de Almodóvar en los Oscar.

Conviene no echar en saco roto que Sánchez, en su primer comité federal, metió candela a Podemos y el dirigente andaluz Juan Cornejo, poniendo boca a Díaz, echó agua y redujo a brasas el alegato de su teórico jefe contra el populismo de Iglesias. La geometría variable, patentada por Zapatero, ora aliándose con unos y con otros, pero nunca con el PP, hasta tender un cordón sanitario para aislarlo, como plasmó su Pacto del Tinell con el independentismo, ya lo practicó Díaz en su carrera por encumbrarse en el PSOE y en la Junta.

Pero, si esta entente cordiale de Bono y Zapatero con Iglesias y Errejón cogía a contrapié a Sánchez, quien se negaba a darle la mano al expresidente al trascender la noticia, no le ha supuesto un engorro menor a la aspirante de Podemos, Teresa Rodríguez. Un dirigente nacional de la organización neocomunista, Luis Alegre, admitía el lunes sin ambages que no le hacían ascos a pactar con el PSOE planteando similares demandas a las de IU cuando fraguó el bipartito que Díaz ha volado por los aires. Ello, además de abundar en la mala relación entre Teresa Rodríguez y el líder máximo de Podemos, lo que evoca la conocida novela de Juan Marsé Ultimas tardes con Teresa, vislumbra que Podemos dejaría mandar al PSOE hasta las generales y, en función del reparto de cartas, ya se vería si anudan los cabos sueltos o los rompen. Entre tanto, el PSOE preserva su coto andaluz y se atrinchera si es devorado como el PASOC por Syriza.

En ningún caso, el PSOE convendrá con el PP, por más que Sánchez haya suscrito el acuerdo antiyihaidista que no irá más allá de reportarle la pátina de hombre de Estado que anheló Zapatero cuando su liderazgo estaba en tenguerengue y convino con Aznar el pacto antiterrorista que traicionó desde la firma. La única Gran Coalición que alambicará el PSOE es la de todos contra el PP. Como esto no es Alemania, tampoco habrá Große Koalition (GroKo)entre los hoy dos primeros partidos. Habría que repoblar España de políticos alemanes como Carlos III echó mano de colonos para sus fundaciones de Sierra Morena.

Por mor de ello, se reeditaría la paradoja electoral. Atendiendo a lo dicho por Chesterton de que la izquierda se ocupa de cometer errores y la derecha de no corregirlos, cierta derecha confesa podría votar al PSOE el 22-M para esquivar el advenimiento de Podemos y coadyuvar a que, como con el célebre oso polar de Dostoievski, pase de no quitárselo de la cabeza a que se enseñoree del Palacio de San Telmo con Díaz como madroño. No es la primera vez que el miedo al abismo atrae al precipicio. Más en esta Andalucía que lleva lustros buscando salir del pozo cavándolo más hondo.

No es menor el espejismo de un PP si espera, con Moreno Bonilla a la cabeza, que esa mayoría silenciosa por sí misma, asustada por quienes se sienten tan únicos como para querer reemplazar el bipartidismo por un partido único, acuda a su rescate en un envite en la que no sólo está sobre el tapete el gobierno de Andalucía, sino su hegemonía municipal -con alcaldes que arriesgan más este 22-M que hace tres años cuando figuraban en las listas hasta decretar Griñán su exclusión- e incluso el Palacio de la Moncloa. Si no quiere poner sus barbas a remojar, Rajoy deberá afrontar este lance consciente de que, de Despeñaperros abajo, se libra la suerte de la España constitucional, ese milagro que alumbró el mayor periodo de bienestar y libertad, sin que se atisben días venturosos en los que, según las Sagradas Escrituras, el león repose junto al cordero. Muchos, viéndolo cachorro, piensan que el león es inofensivo y juguetón, olvidando que es temible y cruel cuando le crecen las zarpas.

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