domingo, 1 de febrero de 2015

Andalucía hundida; hasta este 2015, Andalucía está paralizada y su situación es parangonable a la griega, si bien se sostiene gracias a la asistencia financiera española....= ¿Compraría un coche usado a esta mujer?...


  • Para Susana Díaz, los pactos están para ser traicionados. No rige lo de 'Pacta sunt servanda' 
  • Lo que está en juego enlos comicios del 22-M no es la ceguera de IU, sino la de los andaluces

Ilustración: IDÍGORAS Y PACHI

http://www.elmundo.es/andalucia/2015/02/01/54cd1c15e2704ebf278b458c.html

¿Compraría un coche usado a esta mujer?


Ilustración: IDÍGORAS Y PACHI


PARA LOS amantes de la arqueología política, las elecciones norteamericanas de 1960 se recuerdan porque propiciaron el primer debate televisivo. Pero también por el cartel demócrata que retrató a un desencajado Nixon con este epígrafe: «¿Compraría un coche usado a este hombre?». Inevitablemente, esa incógnita late en las plebiscitarias elecciones andaluzas del 22 de marzo, cuya divina impaciencia ha llevado a la presidenta de la Junta a anticiparlas un año sin más razón que su ambición. Avala así la leyenda negra de Susana Díaz, desde las Juventudes Socialistas, como persona nada fiable y cuya naturaleza política emula a la del escorpión, incapaz de no aguijonear a quien le auxilia, por ser ésa su condición. Si le movió la silla a Rubalcaba y se ha revuelto contra Pedro Sánchez, ¿cómo iba a respetar su alianza con IU? Para ella, los pactos están para ser traicionados. No rige la máxima de Ulpiano de que los acuerdos deben cumplirse: «Pacta sunt servanda».

Usando Andalucía como capote, su burla encubre una burda maniobra para recalar en la Villa y Corte como aspirante a La Moncloa, por más que lo niegue más que San Pedro. Al apreciar una oportunidad de oro, apela con oportunismo a los andaluces, cuyo designio no tuvo en cuenta en 2012 cuando el PSOE aparejó un gobierno de perdedores. Aunque en el gran teatro de la política la simulación y la mentira lo dominen todo, no se trata de un acto de dignidad y honradez por más aspavientos que haga y por mucho que resople con vehemencia desatada para salir airosa. Evoca, por contra, a aquella abadesa a la que Samuel Johnson, el gran humanista inglés, espetó: «Señora, usted se recluye en estas paredes conventuales no por amor a la virtud, sino por miedo al vicio».

Lejos de ser el modelo de gobierno de progreso que habría de exportar a España, como pregonaban sus promotores y aplaudían sus panegiristas, el matrimonio de conveniencia de PSOE-IU, pero tan inconveniente para los ciudadanos, ha sido un fiasco sin paliativos. Completa un septenio negro de connotaciones bíblicas desde que José interpretó los sueños del Faraón. Desde 2008 -primeras agitaciones para remover a Chaves, su relevo por Griñán en abril de 2009, su fratricida guerra por el dominio del PSOE y la defenestración de este último por los ERE, lo que abocó la venida de Díaz- hasta este 2015, Andalucía está paralizada y su situación es parangonable a la griega, si bien se sostiene gracias a la asistencia financiera española.

Tras año largo festejando un maridaje tan bien avenido, Díaz reclama presurosa a los andaluces que la rescaten del infierno. Tanto que no puede demorarse dos meses hasta las municipales para no tirar por la ventana millones que aliviarían centros sanitarios colapsados o a dependientes sin atención. Asombra como se desvía de la verdad de los hechos para justificar un acto de una irresponsable frivolidad. Cierto que la necesidad es mentirosa y atrevida, pero al que suele mentir le convendría tener mejor memoria o, al menos, refrescársela los electores.

En esa encrucijada, las urgencias andaluzas -ni siquiera las sanitarias- no se corresponden con las de Díaz, aunque busque confundirlas. Quedó fotográficamente expuesto en el último pleno de la legislatura: los escaños del Consejo de Gobierno vacíos mientras se debatía sobre los fallecidos en salas de espera. Entre tanto, PSOE e IU rivalizaban en egoísmos e intrigas. Ante ese cruel contraste, parafraseando las rimas becquerianas, cabe exclamar: «¡Dios mío, qué solos/ se quedan los muertos!».

Para más inri, el drama de los enfermos aparcados como objetos sirvió de marco para colar de rondón el aforamiento de los exconsejeros imputados de los ERE y acogerlos a sagrado en la Diputación Permanente de la Cámara para baldón de ésta y epitafio del mandato de una Presidenta que blasona de perseguir la corrupción «caiga quien caiga». Lo que ha caído ha sido el telón de la legislatura para que la campaña no coincida con el paseíllo judicial de dos expresidentes y la cuerda de exconsejeros. Una estampa que ilustraría plásticamente lo dicho por San Agustín de Hipona: Los reinos que se olvidan de la justicia, de la ley y de la moral se convierten en magna latrocinia. A la postre, la persecución de la corrupción y su contribución a la regeneración andaluza era eso.

En todo caso, Díaz es hija de la inmensa idiocia de IU. Sólo comparable con la de aquellos francos que, al emprender la cuarta Cruzada en 1202, recabaron de los venecianos el traslado de sus ejércitos a Palestina. «Os imploramos en nombre de Dios -refirieron los emisarios al dux Enrico Dándolo- que os unáis para vengar la ofensa a Jesucristo con naves y cuanto sea necesario para cruzar los mares». El impávido dux, ciego y de 90 años, accedió en persona a comandar la flota. Les planteó, como contrapartida, que habrían de coadyuvarle a sofocar, camino de Tierra Santa, unas colonias venecianas rebeldes de la costa de Dalmacia. Cumplido el propósito, Dándolo les emplazó a desviarse a Constantinopla y ni que decir tiene que la Cruzada no alcanzó Tierra Santa.

Por un ardid similar, IU no ha granado esas «más de 20 leyes y medidas del acuerdo programático» que pregonara su coordinador, Diego Valderas, al suscribir su contrato con Griñán. Galleó con que su observancia era la Vicepresidencia de la Junta. Vicepresidencia hubo para solaz de Valderas, pero el programa hundióse cual castillo de arena.

Bajo el cobijo de IU, el PSOE ha hecho el relevo generacional (que no la regeneracional) de los dinosaurios a los bebesaurios del régimen, según el léxico del PRI mexicano, espejo de Felipe González, sustentando incólume su estructura. Como hija predilecta del sistema, Díaz nunca quiso romper con el ayer, sino maquillarlo con los afeites de un socio convertido en su doméstico. Merced a ello, puede salir airosa a ojos de la legión de crédulos que se indignan con la corrupción, pero no mueven el voto.

En vez de reparar en su estupidez, IU atribuye su infortunio a maquinaciones del gran malvado González, padre padrone del PSOE. Si a Antonio Romero, en sus años álgidos en los que corría como los galgos que criaba, González no le perdonó sus denuncias contra el crimen de Estado vetando su acceso a la Mesa del Congreso y a la Alcaldía de Málaga, y luego voló el acuerdo Rejón-Chaves para desbloquear el Presupuesto del 95 en el bienio de la pinza (PP-IU), es de cajón que habrá alentado a Díaz a darle la patada a IU, una vez consolidada por sus compañeros de viaje. Pero, si Díaz puede envanecerse de haber reducido a estos lobos a perrillos falderos, es por no ver los dirigentes de IU lo ciegos que están.

Al igual que Romero luego se dejó los nudillos aporreando la puerta del PSOE tras su doble escarnio, siendo el hazmerreír de Chaves, sus sucesores volverán a las andadas. De momento, Valderas, que debe añorar su despacho y su coche oficial como ET su casa, persiste en preguntarse qué ha hecho para disgustar a Díaz. Tan acomplejados con el PSOEcomo el exlíder andalucista y consejero del bipartito PSOE-PA, Antonio Ortega. Servida en bandeja la mayoría absoluta y evaporado su partido, el incauto se ilusionó con que Chaves le retendría como consejero para no dar pábulo al «rodillo socialista».

Si el PSOE se limpió las manos con el PA, otro tanto ha hecho con una nubla IU. Al romperles la baraja, se despediría de la Presidenta como aquel ciego que le dijo a otro: «¡Adiós y veámonos!». Con esa cortedad de miras, que no de vista, le adquirirían otro auto de segunda mano, tras arrojarlos en marcha del que les vendió de segunda mano. Una cuestión secundaria, empero, porque lo que está en juego en estos comicios no es la ceguera de IU, sino la de los andaluces.

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