martes, 21 de octubre de 2014

En Andalucía ...Ahora, a por la Bank(i)a pública ¿¿??...irresponsables trabajando = seguimos con los garitos para los trapicheos.....

  • Si la 'democratización' de las Cajas fue la excusa para su devastación, ahora la Banca Pública sería otro garito para los trapicheos 
  • IU precisa deslumbrar a los suyos con una iniciativa rompedora que los emparente con Podemos y allane su entendimiento



http://www.elmundo.es/andalucia/2014/10/19/54436959e2704ed95e8b456e.html

A VUELTA DE PÁGINA

Ahora, a por la Bank(i)a pública


 PROVERBIAL LA fama de ladinos de los venecianos, así como su perspicacia para los negocios. Saben apretar hasta el límite sin poner en riesgo lo que les conviene, pues «el mercader que su trato no entiende, cierre la tienda». «Noi siamo calculatori» («Somos calculadores»), admiten. A este respecto, pocas anécdotas tan ilustrativas como la del condotiero Bartolomé Colleoni, quien legó su fortuna a Venecia a cambio de que la Serenísima le erigiera una estatua «en la plaza que se abre ante San Marcos». Remisa al menor atisbo de culto a la personalidad -de hecho, el dux sólo aparecía en las monedas de su cuño de hinojos-, la autoridad ducal consintió por la mucha falta que hacía al Estado.
Si la 'democratización' de las Cajas fue la excusa para su devastación, ahora la Banca Pública sería otro garito para los trapicheos
Con sagacidad y astucia, la República se las ingenió para, sin quebrantar su palabra, no hipotecar ni particularizar la Gran Piazza donde se enseñorea la basílica patriarcal de esta potencia hegemónica hasta la conquista musulmana de Constantinopla en 1453. Duchos en protocolos, no se tentaron la ropa y encargaron la escultura que, según lo escriturado, alzaron «en la plaza que se abre ante San Marcos». Pero no ante el dorado templo que fue antigua capilla particular del dux, sino delante de la escuela de ese nombre. Allí figura en el campo de San Zanipolo el único monumento público exterior que existió hasta 1866.
No extrañará que el mismísimo Napoleón, tras conquistarla, renunciara a elaborar un informe sobre el carácter del veneciano. Sus especialistas fueron incapaces de descubrir la verdad sobre los puntos de vista, gustos, modales... de aquellos sutiles hombres que, refugiados en las lagunas, soportaron las invasiones bárbaras de la Península y desplegaron su dominio naval desde esta frontera entre «las tierras de la Mañana y la Noche», según Goethe.
Mutatis mutandis, todo advierte que a Izquierda Unida, tras entregar la Junta de Andalucía al PSOE, le acaecerá con su socio lo que al soldado de fortuna Colleoni a propósito del apremio sine qua non cursuado a Susana Díaz para aprobarle los Presupuestos de 2015: la fundación de un banco público. Tras cargar con la corrupción socialista en su mochila y consumir gran parte de la legislatura -y lo que te rondaré morena- contendiendo judicialmente con escándalos como los ERE, cursos de formación o Invercaria, IU precisa como el comer deslumbrar a los suyos con una iniciativa rompedora que los emparente con Podemos y allane su entendimiento con quienes ya se los han tragado prácticamente sin decir siquiera esta boca es mía. Esa rendición preventiva de IU hace merecedores a sus líderes de engrosar una versión andaluza del Manual del perfecto idiota latinoamericano... y español de Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner y Álvaro Vargas Llosa en 1996.
Por mucho que lo disimule y finja, IU forma parte indubitablemente de ese viejo orden que sirve de banderín de enganche al flautista Iglesias. Pero es que, además, ¿cómo puede plantear una banca pública sin que suene a ir a por una Bank(i)a pública, dado como los suyos han zampado a dos carrillos en la pantagruélica comilona de las Cajas? A la postre, y al margen de disponer de coches oficiales y otras mamelas, su presencia en el Gobierno se está revelando menos fructífera en resultados para sus votantes que la de sus correligionarios extremeños dejando gobernar en minoría al popular Monago.
Con nulo sentido de la oportunidad, IU lanza este órdago en pleno zafarrancho sobre las tarjetas opacas de Caja Madrid, cuya sombra se extiende sobre el conjunto, al haberse generalizado la condonación de créditos a partidos -señaladamente IU- y a presidentes como Chaves y cuarenta conmilitones por la extinta Caja de Jerez. La guinda sería promover a la Presidencia a Magdalena Álvarez, tras fracasar como consejera en fundir todas las entidades andaluzas en una caja única y, tras entrar todas ellas en barrena, haber quedado una única caja (Unicaja).
En todo caso, esa iniciativa supondría andar lo desandado por Felipe González al privatizar los bancos públicos del franquismo (integrados hoy dentro del BBVA). Escarmentó en la cabeza ajena de Mitterrand, quien debió dar marcha atrás al plan de nacionalización de la banca que desplegó al llegar al Elíseo en 1981. González evoca frecuentemente que, en un encuentro en la Moncloa, Henry Kissinger se interesó por cómo, siendo socialista, no estaba por nacionalizar la banca. El anfitrión le replicó: «Usted cree que ser socialista y ser tonto es la misma cosa. Y no es la misma cosa». Las circunstancias harían luego que, con la expropiación de Rumasa, el PSOE se hiciera cargo del enjambre bancario de Ruiz-Mateos, cuya privatización supuso un conseguido recital de cómo dilapidar el patrimonio ajeno en provecho de los amigos del poder.
Aquel desguace fue un ensayo del posterior expolio de unas Cajas en las que ha habido que enterrar 50.000 millones de euros debido al agujero causado por la politización enfermiza de sus órganos rectores. Por una nefanda Ley de Órganos Rectores de las Cajas (Lorca), promulgada por el PSOE en 1985, se entregó la llave del cofre a partidos y sindicatos, relegando a sus institutos fundacionales a un papel testimonial. Por mor de ello, se supeditó a intereses clientelares y particulares unas entidades que, con anterioridad, habían salido bien libradas de las crisis financieras registradas España entre 1977 y 1985, en contraste con los 49 bancos que quebraron de los 110 existentes.
IU precisa deslumbrar a los suyos con una iniciativa rompedora que los emparente con Podemos y allane su entendimiento
Si la supuesta democratización de las Cajas fue la excusa perfecta para su devastación, al modo del saco de Roma por los Ejércitos del emperador Carlos, la Banca Pública sería otro garito para los trapicheos partidistas. Imaginar lo contrario es no darse por enterado de cómo se han usado estos chiringuitos fiados a personas cuyo exclusivo aval era su militancia, ayunos de prestigio o huérfanos de una trayectoria que prestigiara el cargo.
Tras una fase de confusión y barullo, el PSOE parece desistir de solicitar al Banco de España una ficha bancaria y busca contentar a sus socios con un Instituto de Crédito, cuya actividad ya dispensa la Junta por otros conductos que han servido de cauce a escándalos de primera. Dándole la vuelta a aquello de que un banco es donde te prestan dinero si acreditas que no lo precisas, se han sufragado negocios de amigos del poder con empréstitos que no devolvían si la cosa no marchaba. IDEA e Invercaria han despilfarrado dinero a mansalva alumbrando lo sentenciado por Talleyrand de que «nadie puede sospechar cuántas idioteces se han evitado gracias a la falta de dinero».
Salvo sonora marcha atrás, Díaz satisfará su compromiso presupuestario con IU como las autoridades ducales con el condotiero Colleoni. No auspiciará una banca pública con ficha para operar sin limitaciones (crédito, depósitos, servicios bancarios...), como el coordinador de IU, Antonio Maíllo, exige que debe figurar en un anteproyecto de ley que ha de estar listo antes del 31 de octubre, fecha límite para la remisión de los Presupuestos al Parlamento. Por contra, el PSOE promueve un ente que aglutine los fondos reembolsables y ayudas a las empresas, asignándose a este capítulo 1.428 millones en 2015.
Aun así, tras asistir a la negligente administración, a concesiones crediticias temerarias o a disposición desmedida de bicocas y sinecuras en unas cajas parasitadas por partidos y sindicatos, confiar el pilotaje -incluso tratándose de un instituto de crédito- a quienes aumentan los vicios cada vez que blasonan de que van a enmendarlos es quedar al aguardo de nuevos quebrantos con los ciudadanos pagando el rescate y los piratas llevándose el dinero sin que nadie -ni siquiera algún arrojado condotiero con estatua «en la plaza que se abre ante San Marcos»- salga en su persecución. Siendo del mal el menor, no es poco el peligro que se cierne de volver a las andadas sin haber salido de ellas.

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