lunes, 13 de octubre de 2014

Editorial recomendada. La descapitalización ética general explica la tolerancia social y política ante la corrupción

La descapitalización ética general explica la tolerancia social y política ante la corrupción.



RETABLO DE PERPLEJIDADES

Descapitalización ética

RESULTA curioso cómo la mayoría de los casos de corrupción conocidos en España en las últimas décadas han seguido casi de manera escrupulosa un patrón similar en cuanto a la reacción que frente a ellos han mantenido los partidos, los medios de comunicación y la sociedad en general. En pocas líneas, la cosa es más o menos así: denuncia, negación por los actores y sus entornos mediáticos y políticos, nuevos indicios, banalización por parte de los defensores, el «y tú más», nuevas pruebas, «escandalización» (perdón por el palabro) de los vacilantes, desviación de las responsabilidades, evidencias irrefutables, rasgadas de vestiduras de los remisos y vuelta a empezar con un nuevo caso. Todo un croquis de la degradación social.
Además de ese recorrido -que, insisto, se puede observar desde el caso Guerra al fraude de las facturas de UGT, pasando por Gürtel, el caso Ollero o los ERE- suele repetirse una circunstancia, la existencia de un hecho, la más de las veces anecdótico, que produce la inflexión definitiva de la opinión pública. Por ejemplo, la percepción y valoración del caso de los ERE cambió al conocerse las correrías del ex director general Guerrero, su chófer y la cocaína. Una juerga explicó mucho más que los cientos de millones defraudados, las decenas de intrusos y los comisionistas de las aseguradoras.
La descapitalización ética general explica la tolerancia social y política ante la corrupción
Lo podemos observar también estos mismos días con Bankia, cerca de 30.000 millones de agujero de la antigua CajaMadrid y sus fusionadas que se ha tapado con dinero público del que muchos han tomado conciencia al conocerse los poco más de tres millones de las tarjetas negras de sus consejeros. Hace más daño un bolso de Loewe que las preferentes. La realidad es así.
Es más que probable que nos encontremos ante la repetición de esta anecdótica pauta en el caso Matsa. La casi clandestina reclamación por parte de la Junta de la millonaria subvención concedida a esta empresa minera obligada por el impertinente informe de un perito y la inoportuna aparición de una insignificante factura puede que hagan tomar conciencia a la opinión pública de uno de los más significativos escándalos de nepotismo y corrupción de la Junta: la trama familiar de Chaves.
El caso Matsa, en el que Chaves aprobó personalmente una subvención a la empresa en la que trabaja su hija -cambiando la normativa ex profeso, soslayando todos los controles y con la intervención directa de ella- viene a unirse a la brillante carrera de su hijo como conseguidor y comisionista de proyectos y concesiones de la Junta y a la fructífera trayectoria empresarial de sus hermanos en Climo Cubierta, agraciada con proyectos de obra pública. Todo un esquema doméstico repetido allá donde se mire y que sirve de radiografía precisa de la descapitalización ética general que explica en el fondo la tolerancia social y política ante la corrupción generalizada.

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