domingo, 21 de septiembre de 2014

Derramando lágrimas de emoción; Díaz dice: "Soy honesta y roja? pero ¿Qué puede esperarse de quien consiente la corrupción, por muchas promesas vanas que envuelva en palabras dulces y suaves?

Si el pícaro fue capaz de robar y ser remunerado por sus hurtos, Díaz anhela otro tanto con su batería de medidas contra la corrupción que son señuelos para dorar la píldora.

Ante la corrupción, Díaz cubre su desnudez envolviéndose en la bandera andaluza y magnifica el agravio .........«No hay cosa tan fácil para engañar a un justo como santidad fingida en un malo». 




Cuando todo anda corrompido y sin contención, ¿qué puede esperarse de quién lo consiente y lo favorece, por muchas promesas vanas que envuelva en palabras dulces y suaves? Díaz empeña su palabra en lo que no puede cumplir sin trampas ni dilaciones, sin que el mañana llegue jamás. En este sentido, volvió a erigirse en su cita parlamentaria en adalid contra una corrupción de la que ha participado todos estos años en los que ha desempeñado cargos de tronío sin quererse percatar de los latrocinios a su vera. ¿Acaso podía ignorar el enjuague de los ERE siendo la mano derecha del consejero Viera en el PSOE de Sevilla, o el expolio de la formación, si su marido estaba contratado por UGT para impatrir cursos y si su compañero de Ejecutiva del PSOE andaluz, Rafael Velasco, mano derecha de Griñán, debió dimitir cuando EL MUNDO destapó el trato de favor a la academia de su mujer en el reparto de las susodichas subvenciones?



Dándoselas de nuevas, aparece como si ella fuera la agraviada. Cual despechada tonadillera, presume de ser «roja y decente» y resuelta a expulsar «de nuestra familia» a los deshonestos. Exhibe una ejemplaridad postiza con la que busca alzar vuelo para no verse presa de la podredumbre. Por eso, la ofrenda floral que le dispensaron el domingo los jerarcas provinciales del PSOE en el mitin de cumpleaños tornó en una función de culto a la personalidad con sonrojantes dedicatorias propias de sistemas personalistas. Tanta sublimación, por lo exagerado, evidencia sus pies de barro por la corrupción.

ROJA Y HONRADA.....¿¿????..

Susana Díaz, en el aniversario de su mandato en la Junta: «Soy roja y decente»


......Hay que convenir que ninguna fortuna es firme. Acaba de comprobarlo en sus carnes el cuasi eterno alcalde de Jerez, Pedro Pacheco, El Enorme, al que el Supremo ha condenado a cinco años y medio de prisión por regalar un sueldo municipal a dos conmilitones. Atendiendo a ese baremo, ¿qué correctivo puede esperar a quienes, desde la cúpula de la Junta, montaron el fondo de reptiles de los ERE o transigieron con el saqueo de los cursos de formación?







  http://www.elmundo.es/andalucia/2014/09/21/541e8629ca474113538b456b.html

A VUELTA DE PÁGINA

Derramando lágrimas de emoción





IDÍGORAS Y PACHI

TRAS ESCUCHAR el discurso de Susana Díaz, en el Debate sobre el estado de la Presidenta, más que el de Andalucía, cualquier testigo no tendría por menos que derramar lágrimas de emoción. Tal que el párroco al que Guzmán de Alfarache engatusó con santidad fingida. Si el pícaro fue capaz de robar y ser remunerado por sus hurtos, Díaz anhela otro tanto con su batería de medidas contra la corrupción que son señuelos para dorar la píldora. Pensar que la Junta va a alumbrar sus bajos fondos a golpe de clic, salvo que sea más bien el cri-cri de los grillos, es tanto como creer en la existencia de ratones colorados. Ser alondra hacedera de atrapar en su red de artimañas como el eclesiástico lo fue en las de Guzmán.
El malandrín cogió un bolso y metió parte de sus raterías (un acopio de monedas, un dedal de plata y cuatro sortijas), aleccionando a su madre para que memorizara las pertenencias. Dispuesto lo cual, marchó en pos del beatífico predicador. Tras presentarse como un pobre forastero sin nada que llevarse a la boca y presto a trabajar sin reparar en el salario, le contó que había encontrado una bolsa en medio de la calle. «Quise ver -le explicó- qué tenía dentro y, cuando sentí ser dineros, la volví a cerrar con temor de mi flaqueza, no me obligase a hacer cosa ilícita».
Ante la corrupción, Díaz cubre su desnudez envolviéndose en la bandera andaluza y magnifica el agravio
En vista de ello, rogó a su paternidad que la custodiara y que, en el sermón del domingo, diera publicidad al extravío por si aparecía su dueño. No fuera cosa de que lo precisara incluso más que a él. Al fraile sólo le faltó besarle la ropa. Dando gracias a Dios por haber criado ese bienaventurado, le emplazó para una semana después en «que yo confío en el Señor que os ha de hacer mucho bien y merced».
La homilía se le fue en encomiar la nobleza de aquel altruista, sujeto a tanta necesidad. Ello movió la compasión y los bolsillos de la feligresía. Al día siguiente, la madre de Guzmán acudió al templo e imploró al fraile que le devolviese la bolsa por ser suya. Una vez le detalló lo que envolvía, el clérigo se la dio y ésta dejó una gratificación al anónimo bienhechor. Culminada la farsa, el pillastre visitó al fraile que, tras darle la novedad, le tenía listo un baúl con ropa para años y dinero, así como un jornal en casa de la mujer de un indiano. Guzmán concluyó campante: «No hay cosa tan fácil para engañar a un justo como santidad fingida en un malo».
Cuando todo anda corrompido y sin contención, ¿qué puede esperarse de quién lo consiente y lo favorece, por muchas promesas vanas que envuelva en palabras dulces y suaves? Díaz empeña su palabra en lo que no puede cumplir sin trampas ni dilaciones, sin que el mañana llegue jamás. En este sentido, volvió a erigirse en su cita parlamentaria en adalid contra una corrupción de la que ha participado todos estos años en los que ha desempeñado cargos de tronío sin quererse percatar de los latrocinios a su vera. ¿Acaso podía ignorar el enjuague de los ERE siendo la mano derecha del consejero Viera en el PSOE de Sevilla, o el expolio de la formación, si su marido estaba contratado por UGT para impatrir cursos y si su compañero de Ejecutiva del PSOE andaluz, Rafael Velasco, mano derecha de Griñán, debió dimitir cuando EL MUNDO destapó el trato de favor a la academia de su mujer en el reparto de las susodichas subvenciones?
Dándoselas de nuevas, aparece como si ella fuera la agraviada. Cual despechada tonadillera, presume de ser «roja y decente» y resuelta a expulsar «de nuestra familia» a los deshonestos. Exhibe una ejemplaridad postiza con la que busca alzar vuelo para no verse presa de la podredumbre. Por eso, la ofrenda floral que le dispensaron el domingo los jerarcas provinciales del PSOE en el mitin de cumpleaños tornó en una función de culto a la personalidad con sonrojantes dedicatorias propias de sistemas personalistas. Tanta sublimación, por lo exagerado, evidencia sus pies de barro por la corrupción.
¿Qué puede esperarse de quien consiente la corrupción, por muchas promesas vanas que envuelva en palabras dulces y suaves?
Aunque persiga instituir un nuevo calendario político hablando del «año de cambio en Andalucía», cuando el PSOE llevan 32 años de «cambio» desde que ganó sus primeras elecciones con ese marchamo, éste ha sido más de lo mismo, salvo para la concernida. Díaz refrenda las apreciables dotes de actriz que atisbó su Pigmalión Griñán y su decidido propósito de construir un discurso fuertemente ideologizado que haga las veces del nacionalismo en Cataluña. De esta manera, pastorea a esa parte de la sociedad que antepone su sentido de pertenencia al de pensar por su cuenta y que, sometida a esa servidumbre voluntaria, justifica cualquier fechoría de los suyos.
Así, si el nacionalismo pretende que sólo hay una forma de ver el mundo, es decir, una ideología que debe imponerse desde el poder, el PSOE lo emula en los términos expresados por Griñán en la Fiesta de la Rosa del PSOE de Almería en 2010: «Los andaluces no van a renunciar a su ideología para dar su voto al PP», ergo, dimitirían de su condición de andaluces si dejaran de apoyar al partido-régimen. Como apunta el historiador Gabriel Tortella, sus secuelas originan masas ideologizadas que votan fielmente a quienes se perpetúan en el machito al mostrarse comprensivas con sus pecados y achacar cualquier escándalo a las calumnias adversarias. Así, la ideología -de ahí que Díaz presuma de «roja», a estas alturas- blinda al corrupto hasta extremos groseros como los argentinos que pedían el retorno de Perón al grito de «¡Puto y ladrón, queremos a Perón!».
Ante la corrupción, Díaz cubre su desnudez envolviéndose en la bandera andaluza, como un traje de faralaes, y magnifica el agravio comparativo, como si los males fueran originados por agentes foráneos que la privan de medios que lo remedien. Entre tanto, ella tira el dinero al pozo sin fondo de la podredura y el despilfarro. Un rasgo esencial de toda ideología es un victimismo que descarga su responsabilidad en un culpable externo -en el caso del nacionalismo, «España nos roba»; en el andaluz, Rajoy maltrata a Andalucía- al que hace chivo expiatorio de las frustraciones. ¿Cómo puede Díaz levantarse contra el sistema de financiación que el PSOE-A avaló para avenirse al apaño de Zapatero con los nacionalistas y, a la vez que acusa a Rajoy de maltrato, promete el oro y el moro en el Debate del Estado de Andalucía, salvo que juegue de farol y sea un adelanto del programa con el que quiera ir a unos comicios anticipados?
Se procura dar a todo ello un aire de complicidad familiar. Como si le arrancaran el corazón, Díaz enarbola su espada flamígera para expulsar del paraíso socialista a quien no sea decente. Es palmario que las posiciones en el mismo dependen de las relaciones de pertenencia al partido, la familia o al círculo de amigos. Ese familismo amoral contribuye a que se apliquen cánones bien diferentes a los de la moral cívica y democrática. Por muchos órganos de control que se dispongan, no restaurarán el decoro si no se acompañan de los buenos usos.
Por eso, esa implacabilidad de Díaz contra la corrupción quedará en salvas bajo cuyo estallido encubrirá un timo como el de Guzmán de Alfarache. Claro que, si al pícaro su posterior sablazo a la mujer que lo contrató a instancias del burlado fraile le costó su sentencia a galeras, hay que convenir que ninguna fortuna es firme. Acaba de comprobarlo en sus carnes el cuasi eterno alcalde de Jerez, Pedro Pacheco, El Enorme, al que el Supremo ha condenado a cinco años y medio de prisión por regalar un sueldo municipal a dos conmilitones. Atendiendo a ese baremo, ¿qué correctivo puede esperar a quienes, desde la cúpula de la Junta, montaron el fondo de reptiles de los ERE o transigieron con el saqueo de los cursos de formación?
francisco.rosell@elmundo.es

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