miércoles, 28 de mayo de 2014

Ella aspira a todo....; Dos forzadas idas, han erigido a Díaz en estrella rutilante que está llamada a ser entronizada como dueña y señora del PSOE; nos queda la sonrisa naranja: Bisusanismo + todos se van...menos Maleni

Nueva era a la andaluza....Bisusanismo...



Dos forzadas idas como las de Griñán por el fraude de los ERE y la de Rubalcaba tras el colosal batacazo en las elecciones europeas del domingo, han erigido a Díaz en estrella rutilante que está llamada a ser entronizada como dueña y señora del PSOE. 


Obviamente, arriba para ser candidata a la Presidencia del Gobierno, por lo que lidiará con unas primarias que domesticará como hizo en Andalucía compitiendo con dos rivales de pega que, a la postre, no reunieron los avales necesarios. También habrá de dilucidar si simultanea, y durante cuánto tiempo, la secretaria general con la jefatura del Gobierno andaluz, objetivo que sería desatentado en la actual situación española y del partido. Ello le obligará a abandonar el Palacio de San Telmo y podría darse el caso de que Andalucía pudiera tener tres presidentes en una misma legislatura, dos de los cuales sin pasar por las urnas, lo que entrañaría un apreciable menoscabo institucional. Pero cualquier cosa es posible en esta autonomía que enseñorea el PSOE los últimos treinta años y donde se han movido presidentes a capricho sin coste electoral alguno, como tampoco lo ha generado ni lo genera la corrupción, como se ha visto este domingo.


Ella aspira a todo




Si se ha seguido los consejos cinematográficos de su PigmaliónGriñán, es probable que la presidente andaluza, Susana Díaz, se sienta reconocida en esa escena de la versión cinematográfica de Un tranvía llamado deseo, de Tennessee Williams, en la que Marlon Brando asegura que "la suerte consiste en creer que la tienes". No es para menos. Dos forzadas idas como las de Griñán por el fraude de los ERE y la de Rubalcaba tras el colosal batacazo en las elecciones europeas del domingo, han erigido a Díaz en estrella rutilante que está llamada a ser entronizada como dueña y señora del PSOE.
Si la fortuna rige en todos los aspectos de la vida, la política no iba a ser una excepción. Así, cuando el mapa político andaluz estuvo a punto de registrar un seísmo histórico en las autonómicas de 2012 con la primera victoria del PP en treinta años, quedándose finalmente Arenas a las puertas del Palacio de San Telmo, la biografía política de Díaz dio el mismo giro espectacular de la final de la Champion cuando el agónico gol de Ramos lo descabaló todo y los atléticos pasaron de verse recogiendo el anhelado trofeo a ser goleados en la prórroga. Así, en nueve meses, una oscura "apparatchik" ha emergido como zarina del socialismo. Hace gala de la misma fortuna que blasonaba Zapatero, su padrino en la toma de posesión. "Fernando, ten fe en mí, yo tengo mucha suerte y, al final, las cosas siempre me salen bien", fue la razón última que esgrimió el entonces presidente con Savater para convencerle de que la negociación del Gobierno con ETA llegaría a buen puerto.
Díaz tiene la oportunidad de su vida y no quiere dejarla escapar, y mucho menos a nadie de su generación. Tras apoyar a Chacón en el congreso de Sevilla frente a Rubalcaba, Díaz ha sido, junto a Rajoy, el gran apoyo del que ha dispuesto el secretario general en funciones para ser candidato a la Presidencia del Gobierno hasta el barquinazo europeo. Siempre a la espera de que le llegara su ocasión. Ahora, por las circunstancias, acopla sus pretensiones al nuevo calendario. De momento, haber superado el test europeo en Andalucía y devolver a su partido a la condición de primera fuerza política de la comunidad, aportando el 26% del total nacional, le sirve, aunque sean comicios de distinto rango y no concurrir como tal, para desembarazarse, en cierto grado, si se quiere, el sambenito de presidenta sin refrendo de las urnas, además de para catapultarse como dueña del universo socialista.
Dimitido Rubalcaba, sólo aguarda, con el 30% de los votos de los delegados al congreso extraordinario de julio en la faltriquera, a ese "loor de multitudes" que le reclame como la Deseada para que se sacrifique en pro de una refundación que emule a la de González. Al igual que éste, quien desconocía su existencia cuando ella fue designada presidenta de la Junta, Díaz tiene la habilidad de camelar simultáneamente a los dueños del IBEX 35 y a los indignados, pasando por la misma Casa Real, al igual que el "chico de ayer" (de la pana) encandilaba a los poderes fácticos y a los "descamisados", siendo el mejor amigo "republicano" del rey don Juan Carlos.
Obviamente, arriba para ser candidata a la Presidencia del Gobierno, por lo que lidiará con unas primarias que domesticará como hizo en Andalucía compitiendo con dos rivales de pega que, a la postre, no reunieron los avales necesarios. También habrá de dilucidar si simultanea, y durante cuánto tiempo, la secretaria general con la jefatura del Gobierno andaluz, objetivo que sería desatentado en la actual situación española y del partido. Ello le obligará a abandonar el Palacio de San Telmo y podría darse el caso de que Andalucía pudiera tener tres presidentes en una misma legislatura, dos de los cuales sin pasar por las urnas, lo que entrañaría un apreciable menoscabo institucional. Pero cualquier cosa es posible en esta autonomía que enseñorea el PSOE los últimos treinta años y donde se han movido presidentes a capricho sin coste electoral alguno, como tampoco lo ha generado ni lo genera la corrupción, como se ha visto este domingo.
En su popular libro El cisne negro, el economista Nassim Nicholas Taleb explicar que los jugadores de casino profesionales y en Bolsa lo fueron casi siempre porque tuvieron buena ventura en sus primeras apuestas y que esa ilusión de creerse los elegidos del destino les aportó la confianza para perseverar en esa profesión. Quizá esa misma razón sea la que haga a Díaz redoblar su apuesta viendo lo bien que le va frente a aquellos otros a los que, por contra, sus huidizos hados les encaminaron por los derroteros del fracaso. Su ambición, de la mano de esa suerte, no conoce límites.
Francisco.rosell@elmundo.es

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