domingo, 16 de marzo de 2014

NOS SALVAMOS NOSOTROS.....La sociedad civil, debe y tiene que reaccionar, ante lo evidente..artículo de opinión: El fin de la política como salvación

Los que nacimos por los cincuenta del siglo pasado nos topamos con la mística de la política como salvación en las catacumbas de la dictadura. Esto es, todos los problemas del mundo mundial, sobre todo los sociales pero también muchos otros, eran resolubles mediante la acción política adecuada. La política, concebida por los ingenuos como el arte de construir el bien común, se había transformado desde el siglo XIX en la lucha descarnada por el poder de forma que, una vez conquistado el aparato del Estado, la economía y los cerebros de la gente, el edén estaría al alcance de las manos. Por ello, la política, daba igual que fuese realista, utópica o banal, podía salvar al género humano una vez derrotadas las fuerzas que lo habían conducido al sufrimiento. Esta visión beatífica de la política la compartían los marxistas, los anarquistas, no digamos nada los leninistas y en buena parte, los sindicalistas libertarios. Incluso se añadieron a ellos no pocos teólogos de la liberación que reinterpretaron el cristianismo desde estas dialécticas y, amparados incluso en el Padre Nuestro, pretendían el reino de Dios tanto en el cielo como en la tierra.


Se acaban la España común, la educación, la justicia independiente,  la ética civil y la administración pública y neutral  mientras la mentira se ha instalado como forma habitual de comportarse de todos, de abajo arriba. 
Es un resumen, claro, pero todo ello certifica que la política desarrollada en estos años no nos ha salvado. Ha jodido, y de qué modo,bolsillos y almas de los ciudadanos. Un poeta lo vio: 
Yo no sé muchas cosas, es verdad. 
Digo tan sólo lo que he visto. 
Y he visto: 
Que la cuna del hombre la mecen con cuentos, 
que los gritos de angustia del hombre los ahogan 
con cuentos, 
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos, 
que los huesos del hombre los entierran con cuentos, 
y que el miedo del hombre… 
ha inventado todos los cuentos. 
Yo no sé muchas cosas, es verdad, 
pero me han dormido con todos los cuentos… 
y sé todos los cuentos.
La política no nos salva. Eso es otro cuento.  Nos salvamos nosotros. La política sólo debe hacer posible que cada ciudadano se salve a sí mismo. O sea, no estorbar. Hay que reformar esto pronto y bien o nos iremos a hacer puñetas, democracia incluida.  




El fin de la política como salvación


El fin de la política como salvación
Los que nacimos por los cincuenta del siglo pasado nos topamos con la mística de la política como salvación en las catacumbas de la dictadura. Esto es, todos los problemas del mundo mundial, sobre todo los sociales pero también muchos otros, eran resolubles mediante la acción política adecuada. La política, concebida por los ingenuos como el arte de construir el bien común, se había transformado desde el siglo XIX en la lucha descarnada por el poder de forma que, una vez conquistado el aparato del Estado, la economía y los cerebros de la gente, el edén estaría al alcance de las manos. Por ello, la política, daba igual que fuese realista, utópica o banal, podía salvar al género humano una vez derrotadas las fuerzas que lo habían conducido al sufrimiento. Esta visión beatífica de la política la compartían los marxistas, los anarquistas, no digamos nada los leninistas y en buena parte, los sindicalistas libertarios. Incluso se añadieron a ellos no pocos teólogos de la liberación que reinterpretaron el cristianismo desde estas dialécticas y, amparados incluso en el Padre Nuestro, pretendían el reino de Dios tanto en el cielo como en la tierra. 


Algunos jóvenes, una minoría sin duda porque el grueso de la juventud española de entonces ni siquiera se enteró de lo del mayo francés -andaba atareada emigrando, trabajando, estudiando, yendo al fútbol y a las boites y guateques - aceptó sin un rechistar intelectual esa visión de la política que conllevaba, en español, la asunción de la leyenda negras sobre España, la canonización del partido político o del sindicato, la convicción de los ricos lo son como consecuencia de su maldad intrínseca y los pobres son pobres como consecuencia de su bondad natural, la lectura miope y sesgada de la historia de España, la ignorancia supina sobre los hechos de la II República y la Guerra Civil y el aplauso generalizado a todo el que asesinara a guardias civiles, policías y/o políticos o empresarios profranquistas. 



Cuando se realizó lo que llamamos la transición política, pareció que se iba a consumar por fin un período de la historia de España donde la reconciliación iba a primar sobre el guerracivilismo, que los nacionalismos aceptaban una España autonómica y constitucional, que las izquierdas renunciaban a la revolución y asumían posiciones socialdemócratas europeas y que las derechas aceptaban políticas fiscales capaces de redistribuir el dinero público de otras maneras. La libertad con bienestar parecía vencer a los paraísos



Tras 36 años, los mismos que duró el franquismo, la política nacional se ha convertido en un estercolero de dimensiones épicas. Empresarios untando a los políticos para obtener obras y proyectos y partidos mordiendo a los empresarios y a los presupuestos para edificar regímenes partidistas en las taifas autonómicas. Se acaban la España común, la educación, la justicia independiente,  la ética civil y la administración pública y neutral  mientras la mentira se ha instalado como forma habitual de comportarse de todos, de abajo arriba. 



Es un resumen, claro, pero todo ello certifica que la política desarrollada en estos años no nos ha salvado. Ha jodido, y de qué modo,bolsillos y almas de los ciudadanos. Un poeta lo vio: 

Yo no sé muchas cosas, es verdad. 
Digo tan sólo lo que he visto. 
Y he visto: 
Que la cuna del hombre la mecen con cuentos, 
que los gritos de angustia del hombre los ahogan 
con cuentos, 
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos, 
que los huesos del hombre los entierran con cuentos, 
y que el miedo del hombre… 
ha inventado todos los cuentos. 
Yo no sé muchas cosas, es verdad, 
pero me han dormido con todos los cuentos… 
y sé todos los cuentos.
La política no nos salva. Eso es otro cuento.  Nos salvamos nosotros. La política sólo debe hacer posible que cada ciudadano se salve a sí mismo. O sea, no estorbar. Hay que reformar esto pronto y bien o nos iremos a hacer puñetas, democracia incluida.  

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