jueves, 13 de marzo de 2014

Gracias, Ilma Sra. Alaya, simplemente, por actuar con normalidad e impartir justicia......Editorial recomendado.

Actuando con seriedad, rigor, profesionalidad, en defensa del interes público y de la la Hacienda Pública, que pagamos todos los ciudadanos....


Cuando la "normalidad" que supone que una dema se dedique a perseguir a los corruptos en la región más pobre de España, resulta  QUE ES LO "EXTRAORDINARIO"


Mercedes Alaya, la luez de impecable trayectoria profesional que el PSOE quiere doblegarRomance para la resistencia de Alaya

Vemos la millonaria fianza impuesta a Magdalena Álvarez por la juez y comienza el baile de los insultos. Huelga decirlo pero Alaya no es una esfinge misteriosa, más bien es  una heroína de los pies a la cabeza. Lo sabían en Fuengirola donde ejerció su profesión de forma magistral y, por supuesto, lo saben ahora en toda España.
Ella es nuestro brazo armado. Nuestra última esperanza blanca. El brazo implacable de la ley cuya mención hace temblar a Chaves y a Griñán- de ahí su aforamiento- el silencio del mar frente al estruendo de los súbditos andaluces que se niegan a ser ciudadanos. La vengadora de los parados a los cuales timó, y tima,  la Junta de Andalucía.


http://porandalucialibre.es/informativa/opinion/propia/item/3616-la-esfinge

La esfinge

La esfinge
Según el gran poeta malagueño Manuel Alcántara a “la juez Alaya le está perjudicando su buena apariencia, es lo más parecido a una esfinge, con su rostro hierático y poco comunicativo. Pero esto no debe obstaculizar la función que intenta realizar. Es una esfinge que quiere revelar secretos”. Los secretos, como imaginan, están basados en el latrocinio institucionalizado de la Junta de Andalucía. De su apariencia, en realidad, no hay mucho que añadir. Es tan guapa como muchas otras andaluzas pero, en cambio, lo que la diferencia  es que no quedaría bien en una serie de Antena3 donde, al parecer, todas las damas del sur actúan como descerebradas profundas.
Otro aspecto sorprendente es que la sevillana es comedida, corta en palabras y muy discreta. Nada que ver con el exhibicionismo de algunas. Ella representa esa Andalucía alejada del pinoterequismo sureño; profesional, implacable, hierática con un ápice de coquetería que es capaz de usar antes de mandar a un acusado a prisión.
Lo increíble de esta señora no es que muchos hombres querrían hacer con ella como El Molino; pases de mañana, tarde y noche, sino que desconcierta por igual a los que la desean carnalmente, o a los que, simplemente, le desean lo peor. Leer a los sesudos comentaristas sobre las motivaciones que mueven a Alaya a impartir justicia me lleva a una conclusión tremenda: la anormalidad que supone que una dama se dedique a perseguir a los corruptos en la región más pobre de España.
La turba está tan acostumbrada a no aspirar a nada, que una mujer imparta justicia se considera algo realmente extraordinario. No les hablo únicamente de esos sindicalistas con querencia por las mariscadas que la acosaban a las puertas de los juzgados, me refiero a los turiferarios del régimen las campañas orquestadas para desacreditar a la juez. Todos ellos apuntan a una conexión pepera de Alaya. Cualquier cosa antes que aceptar que vivimos en una República Bananera en la que todo está podrido hasta las trancas. Y todo gracias a la secta del capullo y a los millones de cómplices que les votan.
Vemos la millonaria fianza impuesta a Magdalena Álvarez por la juez y comienza el baile de los insultos. Huelga decirlo pero Alaya no es una esfinge misteriosa, más bien es  una heroína de los pies a la cabeza. Lo sabían en Fuengirola donde ejerció su profesión de forma magistral y, por supuesto, lo saben ahora en toda España.
Ella es nuestro brazo armado. Nuestra última esperanza blanca. El brazo implacable de la ley cuya mención hace temblar a Chaves y a Griñán- de ahí su aforamiento- el silencio del mar frente al estruendo de los súbditos andaluces que se niegan a ser ciudadanos. La vengadora de los parados a los cuales timó, y tima,  la Junta de Andalucía.
Puede que algunos hubieran preferido a una mujer con bigote lusitano, con la elegancia de Falete y el poco talento de María Gámez pero entonces, con toda seguridad, estaría trabajando como Consejera o Delegada en la Junta de Andalucía. Esas que no comprenden ni  los informes de los interventores. Sólo me queda pedir su canonización.

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